Luz Casanova

El 28 de agosto de 1873 nació Luz Casanova, en Avilés (Asturias) en una familia de la aristocracia, y su padre que era Gobernador Civil de Oviedo murió cuando Luz tenía cinco años.
Fue educada desde niña, para reproducir los esquemas sociales de su clase, para formar parte de su elite, respondiendo así a las expectativas de su mundo, pero a través de su abuelo José, preocupado por las condiciones de vida de los pobres, que llamaban a su puerta pidiendo comida, se abrió poco a poco, una rendija en la educación “selecta” de Luz, por donde se fueron colando otros sonidos, otras músicas…
En 1885, su madre, Marquesa de Onteiro, decide trasladarse definitivamente a Madrid por atender mejor a la educación de sus hijos, y es en Madrid donde Luz despierta a la llamada…

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“OÍDO ATENTO Y ATENCIÓN SUMA AL MURMULLO DE LOS POBRES” (Tratados Apostólicos)

La sensibilidad y el “oído” de Luz perciben “estos murmullos”:

El canto y el llanto de los que claman desde el otro extremo de la ciudad, los que la sostienen como pilares invisibles, pero que son a la vez expulsados de ella.

El murmullo de aquellos que malviven y resisten en las cunetas y los márgenes:

Los niños en la calle, sin escuelas y obligados a ir a las de los protestantes porque eran las únicas a las que podían tener acceso.

El murmullo de los hambrientos y enfermos de la ciudad, que no existían como sujetos de reconocimiento ni derechos sociales, todos los excluidos del derecho al pan, a la cultura, al techo, a la participación, a la salud, el derecho a “la vida y la vida en abundancia” (Juan 10,10)

El murmullo, también de aquellos que se sentían sin derecho a Dios, porque otros se habían apropiado de Él, convirtiéndole en su patrimonio y secuestrándole de la vida de los pobres y sus intereses…

Sus pies comenzaron a recorrer caminos poco transitados por la vida religiosa de entonces; por eso durante más de veinte años, como seglar, vivió en búsqueda “¿Qué quieres que mire, que oiga, si tú eres el Dueño absoluto de mi corazón? Mi voluntad es la tuya, la voluntad del apóstol de tu divino Corazón, hacer lo que más te agrade… como quieras, cuando quieras… Decid, que yo a todo diré que sí.” (Tratados apostólicos)

Sin saber por qué caminos se va a ir adentrando, pero sí, con quienes y por quienes, unos caminos que nunca hará en solitario, sino con la profunda convicción de sentirse acompañada por Aquel que “ha atravesado con un dardo mi corazón… tomando todas mis facultades y sentidos” (Luz Casanova) convirtiéndola en mujer apóstol.

En sus años de juventud, LUZ tiene una intensa vida interior y de infatigable apostolado, en los márgenes de la ciudad, iniciando así todo un desplazamiento físico y espiritual: va siendo conducida con otras mujeres, con las que ha ido encontrándose por el camino, para danzar el ritmo de la comunión, la fraternidad y la sororidad humana, en la periferia, el desierto y la frontera convirtiéndola en una MUJER APÓSTOL:

“…cuyo fin, cuya misión es la del amor, ser enviada por el Amor… mirar, indagar, lo que quiere el Amor que la envía” (Tratado Apostólico)

Desde esta experiencia Luz Casanova siente que es el Señor quien lo hace todo en ella:

“No puedo mantenerme en pie si Él no me ayuda… si no me dicta al oído, las intimidades y deseos de su Corazón”

“… Sólo me pide que le deje actuar y descanse todo en Él” (Tratados Apostólicos)

Esta unión permanente con el Señor, hace de ella una mujer “contemplativa en la acción”

“Ama para actuar y actúa para amar” (Tratados Apostólicos) desarrollando hasta límites insospechados lo que ella denomina:

La “Oración de Actuación”, que le permite vivir “Escondida en el Amante Corazón de Jesús” (Tratados Apostólicos), en medio de una intensa y conflictiva vida apostólica, entregada a la confianza de Aquel “que la lleva sobre sus hombros” (Is. 63,8) y que está siempre “tan cerca y tan a mano, que en todo momento y lugar desea comunicarse con ella” (Pensamiento 259)

“Vivir en continua correspondencia con el Señor, porque Él nos da audiencia en cada momento, sin que nadie lo note externamente, ni nos lo pueda prohibir”

(Pensamiento 254.260)

La mirada contemplativa de la realidad nos urge a responder

“Ama para actuar y actúa para amar”.

Luz Casanova llevaba todo a la oración y ponía insistencia en contemplar lo cotidiano con entrañas de Misericordia (O.C. 19)

La vida, la palabra, los gestos y las acciones de esta mujer, fueron siempre proféticos y vivió permanentemente EXPUESTA, no sólo en el sentido de “correr riesgos”, como cuando en los tiempos de la guerra, tuvo que huir, cruzar la frontera y vivir clandestinamente, sino en el sentido etimológico de la expresión: “VIVIR FUERA DE SÍ”.

Su vida generó todo, menos indiferencia.

Desde sus primeras correrías por los barrios marginales de Madrid, Luz Casanova se da cuenta que “el sueño del amor” (Tratados Apostólicos) en el que quiere embarcar su vida, no puede ser una aventura solitaria, sino una aventura colectiva.

Así, la cercanía, y la amistad con aquellos, que descubre como “Hijos de predilección de Dios“ (Tratados Apostólicos), suscitó en ella una gran creatividad de respuestas, no siempre bien entendidas, por la perplejidad y el sobresalto, que provocaron a menudo la capacidad emprendedora y de movilización social de esta mujer, que a través de múltiples y variadas obras visibilizó la situación de los más excluidos y excluidas, buscando alternativas a su situación, empeñándose como Jesús, en que ocuparan su lugar en el corazón mismo de la Iglesia y la sociedad.

El fuego que ardía en el corazón de Luz provocó una lluvia de chispas contagiosas: Otras personas, principalmente mujeres: Pilar Salcedo, Pilar Almagro, Eloisa Escondrillas, Josefina Santos, Margarita Alvarado, María López Robert, Carmen Rueda… fueron seducidas por este proyecto de “Acercar a los pobres a la Mesa Santa” (Tratados Apostólicos), de partir y repartir el pan de sus vidas con ellos, desde un estilo sencillo, arriesgado, confiado y creativo, sin más ley que “la ley interior de la caridad”. (Tratados Apostólicos).

LUZ CASANOVA muere el 8 de enero de 1949.